Song: Sister Part 1 by M83
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Hoy desayunamos en el hotel de Hanoi.
Resulta que todo está incluido en el precio; solo faltó que nos masajearan los pies mientras nos tomábamos el café.
– Esto sabe a jugo Maggie.
– Creo que es mejor tomar té.
Lo primero que hicimos después del desayuno fue ir a la embajada de Myanmar, pues era la única visa que nos faltaba. No llevábamos casi ningún papel, ni itinerario, ni boletos ni nada. Todo parecía perdido…
– Pasen a recoger sus visas mañana, nos dijo la señorita de la ventanilla, después de varios minutos «trabajándola».
– Me encantan los asiáticos, es como si nunca entendieran nada.
Caminando por Hanoi nos dimos cuenta de dos cosas muy curiosas y oriundas de por aquí. Los restaurantes a casi ras de piso, y la cantidad estúpidamente abundante de motos.
Los restaurantes consisten en pequeñas mesitas y diminutos banquitos que se colocan al interior de locales, o casas, y sobre las calles, y callejones. Es como cuando juegas a la comidita con tu prima de 5 años.
Lo típico Phở Bò, que son los noodles con res, y Phở Gà, los de pollo.
Lo de las motos es lo más absurdo del mundo, a cualquier lado que voltees hay motos, y se mueven en una dialéctica de caos y armonía -el yin y el yang lo que le llaman- que hasta sorprende la ausencia de frecuentes accidentes. No respetan semáforos, ni sentidos, ni peatones, ni la vida, ni la suya, ni la nuestra.
– Aquí cuando sacas tu moto te dan la licencia de «huevos cuadrados».
– Si, la de #bitchdontcare.
Edificios consagrados al recuerdo de Ho Chi Minh fue lo que siguió en nuestra visita.
El Museo Ho Chi Minh, un edificio tradicional soviético, contiene momentos de su vida, y de la historia del socialismo revolucionario en Vietnam.
Caminando por los jardines se llega a su Mausoleo, al palacio presidencial, y a su casa de facto. Ho Chi Minh se negó a vivir en la lujosa residencia de estilo colonial francés y se mandó a construir una modesta casita del otro lado del lago. ¿Les recuerda a José Mujica, actual presidente de Uruguay?
Posteriormente nos fuimos a la Antigua Ciudad de Thang Long, al Templo de la Literatura. Lugar erigido y dedicado a Confucio, académicos y eruditos; y sede de la Imperial Academy, la primera universidad nacional de Vietnam.
El interior está compuesto por 5 patios, entre ellos «La constelación de la literatura», «El pozo de la claridad espiritual», y «La puerta de la gran síntesis».
El calor nos obligó a detenernos por una Hanoi Beer y unos cacahuatitos de botana, como los de piñata de antaño, solo que no están tostados y el interior es fibroso y húmedo.
Caminando llegamos hasta el lago Bay Mau, donde la banda vietnamita va a pasear y a ejercitarse. Tiene un parque con varios juegos mecánicos no funcionales y una explanada carcomida por el paso de los años.
– Me dan nostalgia todos estos lugares donde había bonanza, y después de levantarse contra el dominio gringo, quedan como abandonados, detenidos en el tiempo. Me recuerda mucho a Cuba. Dijo Arturo.
– Ya viste esa niña, tiene cara como viejita de 85 años.
Ya de camino al hotel pasamos al lago Hoàn Kiếm, el lago de la espada -mágica- restaurada. Un lugar de encuentro público, bonito para dar el rol o sentarse a mirar las aguas verdes del lago.
Antes de salir a cenar y concluir la primera jornada en Hanoi, decidimos hacer cuentas, y casi se nos caen los pantalones al descubrir que entre comidas, bebidas, chelas, entradas y museos, habíamos gastado tan sólo 90 pesos cada uno.
– Güey, aquí el dinero no se acaba.
– Somos los nuevos ricos de Hanoi, con $100 dólares en la cartera.