The temple of the guardian monkeys and the 1272 steps

Song: 50 Special by Luna Pop.

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Nos amaneció más tarde que de costumbre. Desayuno inglés y baño.

Hoy le dijimos no a la playa y optamos por ir a visitar la zona boscosa de Krabi y sus alrededores. Para dicha travesía rentamos una moto.

– Es un scooter.
– Moto.

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5 dólares de renta, más otros 5 de gasolina, todo el día con la moto nos salió en 10 dólares.

– Con el Scooter.
– Tu mamá en bicicleta.

Arturo fue el piloto, y yo el asistente de logística y planeación cartográfica. Mi responsabilidad, pues, era revisar el Google Maps, y referir izquierda o derecha según la situación.

Llegamos al Templo del Tigre, el Wat Tham Suea.

Con 1272 escalones empinados y protegidos por un ejército de monos guardianes, el templo está rodeado de grandes árboles de más de mil años, en particular del Valle de Khiriwong, montañas, cuevas y el mar Andaman.

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La verdad es que los monos no podrían interesarse menos por la presencia humana. Ellos juegan, se pelean, se acicalan, corren, saltan, roban cosas. Las madres amamantan a sus crías, las acarician, son madres.

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– ¿Cómo puede haber gente que se niega a creer que provenimos de ellos?

Los escalones son un martirio y un dolor incesante en las piernas. A lo largo del camino hacia la cima hay lugares para detenerse y descansar. Puedes encontrar peregrinos desparramados en las escaleras en todo momento, sofocados por el calor, la humedad y el esfuerzo vertical.

– Mi rodilla.
– Mi corazón.
– Creo que nunca había sudado tanto en mi vida.

Es mejor ver hacia abajo, a tus pies, e ignorar la infinita prolongación de escalones frente a ti. Después de muchas pausas, maldiciones e injurias, y más monos, llegamos a la cima.

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Unos grifos de agua muy oportunos, cuasi espejismos, al llegar. Estábamos empapados de transpiración y al mismo tiempo secos y sedientos en los adentros.

«Only for drinking, no washing».

– «Only for drinking», pobres idiotas.

Nos bañamos ahí. Literal.

La vista desde arriba es increíble. 360 grados de verde y azul milenarios, y un Buda que ahí vive, sentado para siempre, sobre el piso caliente y chicloso. Nada de zapatos en los templos.

– Fue muy mala idea traernos chanclas. Casi me mato en los escalones.

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El descenso fue de lo más tranquilo. Arturo motivaba a la gente que apenas venía de subida, mientras yo me aferraba a la baranda para salvar la vida.

Piso firme. Bebida refrescante. Sismos en las piernas.

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-Se calentó muchísimo el asiento de la moto.
– Ni unas almorranas al rato.

Recorrimos unos 40 kilómetros hasta Laem Sak. El camino es espectacular con árboles y palmas altísimas, y peñas forradas de vegetación.

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Nuestras playeras sudadas se secaron en minutos por el aire a 80km por hora, mi cara se volvió china japonesa vietnamita tailandesa camboyana.

Pasamos a un costado del parque nacional Than Bok Khorani y fuimos a dar hasta el mar. Moríamos de hambre.

Cangrejos fritos, mariscos con curry rojo y ostiones en salsa de pimienta y ajo.

– Esta «chinguita» de cangrejo está buenísima.
– Más cerveza por favor.

La vista desde el puerto es muy generosa. Pasamos un tiempo ahí caminando por el muelle, mientras unos mantras, cantos sagrados, nos llegaban desde muy lejos, de una comunidad cercana.

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40 kilómetros de vuelta.Llegamos a Krabi justo al atardecer.

Las mareas habían vuelto a bajar, dejando barcas encalladas, arenas mórbidas, y espejos de agua de reflejos idílicos. Las personas caminan dónde horas antes se nadaba.

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Devolvimos la moto. Descanso. Cena.

Mañana volveremos a la Playa.

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