Song: Calling Out by The Penguin Prison.
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Desayuno, muy picante, y luego en scooter al centro de Chiang Mai.
Pasamos por un «iced coffee». El mejor café de la ciudad, dicen: Ristr8to.
– Hay que ir a preguntar lo de los elefantes también.
Llegamos a la oficina de Elephant Nature Park, una reserva donde cuidan y protegen a estos animales.
– Podrán alimentar y bañar a los elefantes. Pero nada de montarlos.
– Perfecto es justo lo que queremos.
Único problema: todo estaba reservado hasta el 14 de noviembre. La única posibilidad era que alguien cancelara en los próximos días.
Muy triste por el infortunio paquidérmico, nos fuimos a conocer los principales templos de Chiang Mai. Aquí hay uno cada 50 metros, es impresionante la densidad de templos por metro cuadrado.
Primero Wat Chedi Luang Worawihan.
Un templo budista de más de 600 años que fue restaurado en los años noventa gracias a un esfuerzo conjunto de la Unesco y del gobierno japonés.
Una estupa (pagoda) de estilo Lanna, resguardada por serpientes y elefantes de piedra, parece desmoronarse al centro del recinto. Solía ser una de las estructuras más altas de la antigua Chiang Mai.
Después Wat Phra Singh Woramahaviharn.
Este templo consta de construcciones típicas del Norte de Tailandia, con estructuras de madera y techos con barrido bajo. Además de la tradicional arquitectura Lanna.
Detrás del templo hay un taller de pintores, escultores y artesanos. Artistas locales que han contribuido en los últimos años a preservar y enriquecer estéticamente el lugar.
Y al final Wat Chiang Man.
El más antiguo de los templos en Chiang Mai, inclusive que la ciudad misma. Fue contruido durante el reino del rey Mengrai, quien vivió en el templo supervisando la construcción de esta ciudad, capital del Reino Lanna.
La estupa central tiene 15 elefantes de tamaño real tallados en la base.
Un entremés entre templo y templo no podía faltar: plátanos fritos, batidos de fruta, jugo de caña.
– Me recordó a Brazil, «caldo de cana», pero allá le echan limón y sabe mejor.
Volvimos a comer en «Hipsterlandia». Las repercusiones del desayuno híper condimentado, tomaban la forma de retortijones abdominales.
– Yo no voy a comer mucho, me duele la panza.
Arturo se comió 3 platos, yo 4.
Siesta en casa de Delphine. Teníamos dos fiestas en la noche.
La primera fiesta era una «roof party» evidentemente en el techo, de la casa de una rusa, Ana. Barbecue, fruta, cerveza Leo, whisky Thai, y personas de todos lados, menos Thai.
Después otra fiesta cerca de ahí, con gente disfrazada. Era 31 de octubre, Halloween no pasa desapercibido.
Terminamos la noche en las calles de Chiang Mai, en una zona sobre poblada de banda enfiestada, un carnaval urbano de música, gente embriagada de noche, hombres, mujeres y hombres-mujeres.
De regreso a casa de Delphine. Bastaron 10 segundos en el sofá cama para sucumbir al sueño.