The sticky waterfalls of Bua Thong

Song: Float on by Modest Mouse.

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Regresando del desayuno, las mejores noticias.

– Acaban de hablar de la reserva de elefantes, unas personas cancelaron. Hay lugares para ustedes mañana.

Nos fuimos en el scooter al centro para pagar lo de los elefantes. Después nos encontraríamos con Delphine y otros nuevos amigos de fiestas recientes, para ir a las Cascadas de Bua Thong.

Nos detuvimos en un mercado cercano para comprar comida. Frutas, verduras, arroz, carne. El plan de las cascadas era hacer un picnic, para después con las barrigas plenas, nadar y explorar el lugar.

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Una hora de camino en moto. Casi 20 motocicletas serpenteando por la carretera siguiendo a Delphine.

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Picnic gregario sobre mates, un bufete diverso, cornucopia de todo lo que todos habíamos comprado en el mercado.

– Me pasas el arroz.
– Yo quiero de la fruta esa con chilito.

A las cascadas de Bua Thong se les conoce como las «Sticky Waterfalls».

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Un manantial cristalino en lo más alto del lugar alimenta las caídas de agua que se deslizan sobre las piedras. La superficie rocosa provoca la fricción suficiente para permitir que los pies humanos no resbalen, sino que se adhieran por completo al contacto. De ahí el sobrenombre.

Sólo en algunas partes, donde el musgo acuático que crece sobre las piedras es más prominente, existe más riesgo de una caída.

– Este lugarcito está hecho para que me rompa mi madre.
– Agárrate de la cuerda y baja como si fuera rapel.

El descenso de las cascadas en contra escalada, es una increíble experiencia.

Adentrándose más en la jungla, se llega a un estanque de agua templada. El camino es tortuoso, si se realiza descalzo, y los pies se pintan de un rojo arcilloso característico de la zona.

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Continuamos a pesar del dolor de pies desnudos entre la maleza. El agua fría de un riachuelo fue un alivio pasajero, después su mismo fondo filoso, de piedras de río y aguas obscuras, terminaron por fastidiarnos las andanzas.

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Lo que Delphine había prometido como un santuario de mariposas, se convirtió en la visión de solo 6 de ellas, aleteando de amarillo entre las flores.

– El santuario de las 6 mariposas.
– Yo ya voy de «retache», ya me están picando los mosquitos.

Subir es igual de divertido que bajar.

Nos cambiamos y emprendimos el regreso justo al atardecer. Los arrozales verdes se inundaron de aguas incoloras, y los cielos se mimetizaron de rosa. Los pájaros cantaban odas escondidos en las copas de los árboles.

Todo obscureció muy rápido. Llegamos con hambre a Chiang Mai, así que fuimos a un restaurante de comida birmana.

– Esto está estúpidamente delicioso.
-Esta ensalada la preparó Dios.

Casa. Pastel de plátano casero y a dormir. Mañana es el día de los elefantes.

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