The Beach of Ko Phi-Phi Leh

Song: Porcelain by Moby.

Follow @imjustafox and @manumanuti on Instagram.

Hoy iríamos a la playa de La Playa, la película dirigida por Danny Boyle protagonizada por Leonardo DiCaprio (1999).

La noche anterior habíamos planeado tomar el Ferry de las 8.30 am. Nos levantamos a las 7.50.

– Madres Arturo se nos va el Ferry.
– Cálmate Doña Manuela, tomamos el que sigue.
– Sólo sale uno al día güey.

Corrimos a la taquilla. El Ferry no se tomaba ahí sino a 3km de distancia. La buena noticia, salía hasta las 9. Tomamos un Tuk Tuk en contra de nuestra voluntad.

Terminamos zarpando hasta las 9.30. Desde la borda, Arturo y yo observábamos el mar mientras alargábamos los pies para mojarlos con las gotas frías salpicadas por el bote.

– Es casi hipnótico, sabes, el movimiento del agua.

Krabi.JPG

Llegamos a Ko Phi-Phi Don después de una hora y media. Nos compramos dos batidos de fruta, de mango y de fresa, y luego rentamos una lancha y a su respectivo lanchero.

– Llévenos a la Playa de la película, ¡ahora!

Mientras lo escribo, noto que no fui muy claro con mi encomienda, me dejé llevar por el entusiasmo.

La isla se llama Ko Phi-Phi Leh. Protegida ubicuamente por acantilados, posee aguas diáfanas, arrecifes de coral, lagunas y cuevas.

Krabi.JPG

Ao Maya se encuentra en la costa oeste de la isla, y es la laguna de la película La Playa.

«And me, I still believe in paradise. But now at least I know it’s not some place you can look for, ‘cause it’s not where you go. It’s how you feel for a moment in your life when you’re a part of something, and if you find that moment… it lasts forever…» dix. Richard (The Beach).

Krabi.JPG

Irreconocible según las remembranzas fílmicas, «La Playa» se encuentra siempre llena de lanchas y turistas. El encanto del aislamiento social y la utopía comunitaria, ha cesado de existir.

El lanchero logró bajarnos en un trozo de playa contiguo, inhóspito, nadamos un poco, y de ahí nos fuimos a dos zonas de snorkeling.

Krabi.JPG

– Ni de pedo me meto. Los peces me dan miedo, y nadar conlleva mucho esfuerzo físico.

Arturo siempre ha tenido la paranoia de un ataque inminente por una monstruosa criatura marina. Me puse el snorkel, me lancé de espaldas como buzo, y a explorar en soliloquio, a la Jacques Cousteau.

También visitamos Viking Cave (Tham Phaya Naak), donde los locales han construido andamios de bambú para recolectar huevos de vencejos, quienes anidan en esta parte de la isla.

Krabi.JPG

Finalmente, visitamos la playa de los monos, donde viven decenas de pequeños peludos. Los turistas les lanzan comida, especialmente trozos de piña. Los monos enjuagan la fruta en el agua, para quitarle la arena, antes de devorarla con vehemencia.

Krabi.JPG

– Debe ser muy divertido para un chango vivir aquí, en el acantilado.

– Se me antojó la piña, lánzame una.

De regreso a la isla grande, Ko Phi-Phi Don, comimos un pedazo de pizza -para qué engañar al respetable lector con que degustamos un platillo auténtico Tai- mientras dábamos un paseo por la costa. Todos los cafés y restaurantes se ven sumamente turísticos.

– Yo cuidaría más este lugar, tratando de hacerlo más homogéneo y regulado, para darle más oportunidad al empleo local.

– ¡Mira! fruta, quiero.

Nos compramos unas bolsitas de fruta típica: Jackfruit (Khanun), una fruta mastodóntica cuyas semillas, una vez cocidas, son comestibles; y Dragon Fruit (pitaya) morada, parecida al kiwi en la consistencia y el sabor.

Tomamos el Ferry de regreso a Ao Nang. Otra hora y media. Una lancha más pequeña tuvo que venir por nosotros a alta mar, pues las mareas habían bajado nuevamente, impidiendo el paso al puerto de navíos de grandes dimensiones.

El boleto incluía también el traslado del muelle al hotel. Y a pesar de eso, y conscientes de ello, varios Tuk Tuk nos querían vender el servicio.

– ¡No quiero nada perros!
– Esta es una victoria más contra el «abuso». Lo que más odio, la banda gandaya.

Hotel, baño, descanso. Salimos a cenar a un puesto en la calle. Calamares a la parrilla, brochetas de pollo y res.

– Me regala más salsa.
– Where are you from? preguntó el que atendía.
– Mexico.
– Ah, now I get it. Habanero, Habanero.

Krabi.JPG

De postre otro batido de fruta, kiwi y plátano. Qué barato y qué rico es comer en la calle.

No sabemos aún el plan de mañana, solamente que rentaremos la moto de nuevo.

Deja un comentario